Durante milenios el Yaque vino excavando todo cuanto se oponía su curso. Solo cuando comenzó a
envejecer un tanto fue cuando cedió en meandros. Pero, ahí dejaba como testigo de su antiguo poder continuo el precipicio de sus elevadas barrancas que obligan al vértigo al consejo de alejarnos de ellas. El tiempo creció, eterno, sobre los parajes. Fueron llegando " los indios " desde el continente. Y en el valle del Yaque nacieron, crecieron y se fueron al turey sus descendientes....
Aseguran que a colon "lo trajo" una leyenda " india ". Que el presentido llego al Yaque y lo bautizo dos veces
y en una le puso "Río del Oro". A la vera del Yaque - hoy Yaque - levanto en 1495 una fortaleza a cuyos
entornos nacieron chozas ( los españoles no trajeron españolas). Y si nací, urbanamente, Santiago. (Santiago el que ovando traslado al cercano - lejano río de jacagua. Santiago el que allí se vino abajo al trepidar del
terremoto de 1862. Santiago de los caballeros el que es traído de nuevo a la vera del Yaque grande).
Santiago de los caballeros crecía lentamente junto al cantar del Yaque. Pero mientras tanto - dentro del jardín de espejos de un mundo de obstáculos - otras villas desaparecieron del mapa. Pero Santiago de los
caballeros resistía.... Sus calles, "pavimentadas" de verdolaga florecidas en amarillo, pastoreaban el rumor del
tiempo: que es como decir el rumor del Yaque. Y así, a ese compás, llegaron días republicanos, y modernos. Cada calle guardo celosamente su leyenda . Hoy muchas de ellas han desaparecido tragadas por la
transculturización y las migraciones. Pero quedan algunas, redimidas, que se resistieron a morir. Como los gritos de la calle de la barranca....
Claro que la barranca del Yaque vino mucho antes que Santiago de los caballeros, primeros de América, Años sumados en siglos y siglos en milenios le tomo al Yaque grande - que hoy es chico - cavar tan profunda
zanja. La zanja de precipicios que da vértigos como para intentar la dificultad del crecimiento, entonces a la villa santiaguesa, hacia el sur. Pero vano aquel que siempre vencido...
La "ultima calle hacia el sur" - o la primera desde tal punto cardinal - es la que la barranca "epónima" obligo al pueblo a llamar ... como debiera llamarse...
La calle de la barranca es uno de los ríos de leyendas santiaguesas y santiagueras, en ella desde cuando la noche comienza a asomar por encima del castillo donde a lo moderno se yergue el monumento a los héroes
de la restauración, el que sembró su ombligo en Santiago de los caballeros, y solo ese, escucha un rumor vivo de gritos penetrantes, apagados a veces por el vaivén de la brisa. Entonces cuando las viejas suelen
santiguarse como si las entremeciera el tiriquito. Quedadamente dejan entredecir " ! Son los gritos de las
damas...! ! Los gritos de sus almas que penan el pecado del deshonor! " Son los gritos de la calle de la barranca, una de las leyendas del Santiago inmortal. Una de las paginas del atavismo santiaguense...
Cuentan que, allá lejos - lejisimo en calendarios que el esmeril del tiempo y la neblina secular desenfocan
hasta el sentido vago - moro en la calle de la barranca una breve familia de noble rancio abolengo. Quintaesencia del don de gente, eran padre, madre e hija. La moza. toda llena de gracias y belleza. ( Y en
aquel hogar fluía la tranquilidad bienhechora de la paz cristiana. Levantarse al toque de misa al sonrojo del
alba, coser, tejer, remar, cocinar, alimentarse, orar al toque del angelus e irse a dormir cuando las estrellas se mecían en la corriente arrulladora del Yaque.)
La propia voz de la leyenda confiesa que toda la imagen de paz cristiana de la breve familia principio a desaparecer cuando aquel galán - con fama de picaflor - puso los ojos en la hermosa doncella. La madre -
con el sexto sentido excepcional que es mas divino que hormonal - sospecho. Y aconsejo a la hija... La doncella núbil fue cediendo poco a mucho. y en su entrega cedió demasiado. Tanto que al cabo noto su
estado. Estaba encinta, y así lo hizo saber al tenorio autor del embarazoso estado. Y como por encanto desapareció de la región el autor de la desgracia familiar de la damisela...
La joven burlada - perdida - logro lo imposible y oculto su embarazo. Hasta que aquella noche dio a luz una criatura que apago la luz de la vergüenza. Lloro a torrentes la madre, y el padre nunca volvió a probar
bocado. Las calles de la villa santiaguensa esfervecian en rumores murmuradores. En la barranca las comadres no cesaban de acechar hacia las puertas de la casa de aquella familia que no salía ya, jamas, de su
casa. En realidad, solo una vez entro y salió gente de la casa durante un penoso lapso: el día del sepelio del padre de la joven deshonrada.
En los días de una sociedad puritana, implacablemente puritana. Y una noche, no lejana de la muerte del jefe de la familia, la viuda noto los síntomas de demencia que invadían a su hija, como posesa del demonio dando
alaridos agudos, tomo la criatura de sus entrañas y corrió hacia el precipicio de la barranca. Asimismo, gritando, corrió la viuda tras su hija que iba como un rayo con su nieta en brazos. Entre gritos agudos,
penetrantes, las tres criaturas de Dios se perdieron en el oscuro vacío de la noche y barranca. Sus últimos alaridos iban desvaneciéndose como demarcando el trayecto de la mortal caída .... Luego, el silencio....
Durante decenios muchos -años que superan al siglo y muchos mas - los santiagueros moradores que fueron
de la hoy casi inexistente calle - que hasta el nombre ha perdido - juran haber escuchado los gritos que tejieron la leyenda de la calle de la barranca. Calle que le cambiaron, primero, su nombre por el de 27 de
Febrero. Hoy por el abominable de Boy Scout con el cual no guarda relación.
Hoy los jóvenes sonríen. No creen en viejas historias de cosas que pasaron. Y si al cruzar por los
alrededores de lo que fue la calle de la barranca escucharan gritos " que parecen venir de ningún lado", nerviosamente se miraran para comentar, internamente amedrentados: ! Las barrancas del Yaque son como
conchas acústicas del pueblo santiaguero. Recogen gritos que vienen desde lejos. De mas allá del quinto kilometro...!
Pero el corazón de la leyenda sonríe amargamente la noche; mientras contabilizando las campanadas del reloj de la torre de la fortaleza San Luis y mirando con sus ojos de eternidad las almas en pena de las criaturas de
Dios que aun lloran al grito su dolor interminable...
Preparado por: Roman Franco Fondeur (1920-1989)
Miembro de la Real Academia Dominicana de la Historia
Director Archivo Histórico de Santiago (1958-1989)