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en los barrios se hacían candeladas la noche de cada día 1ro.de Febrero, víspera de la Fiesta de la Candelaria.
b) Para la Fiesta de los "Inocentes", conmemorativa de la degollación de los niños de Judea, en que Herodes esperaba hacer perecer a Jesús; junto a lo religioso se destacaba en la vida civil el juego de "Inocente Mariposa", remedo del chasco del burlado Rey;
c) El 30 de Noviembre, durante la fiesta de San Andrés, en la vida civil perduraban todavía las rociadas de almidón, como lejana reminiscencia del juego de ese nombre, que había suscitado en el pasado escenas de desbordante y brutal alegría popular; pero que con mayor refinamiento comenzaba a celebrarse entonces con reuniones, fiestas y bates blancos
de sociedad;
d) Para la madrugada del Domingo de Resurrección durante el canto de Aleluya! y al pasar la procesión por el Mercado Público, era una antigua costumbre, de los mozalbetes del pueblo "hacer Aleluya a las vendedoras de frutas" tomándolas y llevándolas de las Mesas hasta que intervenía la Policía. Y cosa singular, que las Placeras lo tomaban en broma! Tal era é1 gozo popular a la ocasión de la Resurrección de Cristo.
e) A la salida de la Iglesia del matrimonio religioso de algún viudo, se le tocaba cencerro con latas vacías, práctica que a la larga incriminó y castigó con arresto y multa la Ley de Policía de 1908;
f) Durante las "Carnes Tolendas", su paralelo en la vida civil era el Carnaval Social, (Supra 122 letra m), patrocinado por los dos grandes Clubes, el "Centro de Recreo" y el "Club Santiago"; en reñida rivalidad simpática celebraban años tras años durante breve lapso, fastuosas y estupendas fiestas de Carnaval: Ana Rosa I, Ana Rita I, Eulogia I, reinas ficticias
pero de modalidades encumbrantes, en que la ilusión a ratos parecía convertirse en suplente realidad; y cuando se hizo repetidas veces y los espíritus afloraron fiestas nuevas, se celebró el Sultanato del Yaque con la Sultana Ana Julia I, una fiesta de Emires y Califas, entre almenas de cartón y papeles en colores de plata, de oro, de púrpura y de azúr; y musculosos muchachos morenos del pueblo, semidesnudos, sin llegar a la impudicia; portadores de abanicos con aspas de


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plumas de pavo real, sujetos a largas cañas de bambú, con que agitaban el aire de los salones durante las fiestas imperiales
del Dios "Momo".
g) Las del pueblo eran fiestas diferentes, a veces lupercales. Pero todas cesaban después de la media noche del Martes, al amanecer el Miércoles de Ceniza, obedientes a los preceptos de la iglesia (Supra 122 letra ñ).
140.- Mientras todos estos Carnavales ocurrían en la vida civil, sin molestosa interferencia con las celebraciones de la Iglesia que fue siempre obedecida y respetada, las "Carnes Tolendas" (tres días de comer carne antes del Miércoles de Ceniza), se celebraban en los Templos Parroquiales con la Exposición Pública del Santísimo Sacramento, desde pasada la Misa cantada el Domingo, Lunes y Martes hasta las 4 de la tarde cada día, cuando tenía lugar el Encierro precedido de
Vísperas y bellos Salmos tomados del Salterio. El Párroco requería la asistencia de todo el clero para oficiar en común.
Las Vísperas se cantaban a mitad de la nave central, concurridísimas, hasta que pasadas las ceremonias, tomaba incremento en la calle la fiesta del carnaval.
Al siguiente día Miércoles de Ceniza toda la feligresía acudía temprano y había extraordinario movimiento en la ciudad por la enorme afluencia de familias enteras en la zona rural, que entraban para recibir cenizas.
Las Fondas, el Mercado Público, el comercio, hacían ventas extraordinarias con tan grande incremento como en los días anteriores a la fiesta del Carnaval. Esta vez no ya para vender las telas de muselina, raso y seda de alegres colores de primavera, sino aquellas más discretas para el tiempo de la cuaresma, y de los alimentos propios a los subsiguientes días de ayunos y abstinencia, que se imponían a todo el mundo.
El pueblo estaba bien alimentado y consumía las proteínas necesarias como para que la Iglesia no parara en salvedades y dispensas. Leche, huevos, carnes, cereales, bastimentos, y toda clase de alimentos de la dieta dominicana; quesos,
mantequillas holandesas, jamones y embutidos de excelentes marcas y calidades, tasajos argentinos, y carnes de Montevideo estaban en el mercado abundantes y a precios muy al alcance de las clases pobres.

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141.- Desde entonces comenzaban los Sermones Cuaresmales durante todo el tiempo hasta la Pascua, precedidos del Rosario y del Viacrucis, comenzando cada noche a las siete. Pero los Sermones se anunciaban con el toque de la Campana Mayor a la una del mediodía respectivo. (Supra 1 22-ñ o. p. 9).
Subían al Púlpito Sacerdotes eruditos que agotaban temas teológicos, morales y a veces filosóficos y que atraían a selectas concurrencias.
Luego después, en la vida civil, algunos, en esporádicas reuniones con intelectuales laicos, agotaban ocasional e informalmente esta clase de temas y en todo el orden de Vida preocupaban aquellas ideas. El hombre común las asimilaba en la medida en que podía intuir el tema; y estaba en la posibilidad de concebir las doctrinas de la Iglesia. Aunque no faltaban algunos otros, que escribían y sostenían sus propias opiniones. Don Adán Aguilar, maestro de Enseñanza y
periodista de larga actuación, residente en Tamboril, escribía y a ratos polemizaba sobre temas literarios o filosóficos, en los que a veces se involucraban cuestiones religiosas.
Bullían en el ambiente intelectual de la época, las corrientes literarias de los Siglos XVIII y XIX y se nutrían las mentes con las ideas de grandes pensadores, mayormente de aquellos del venturoso Siglo de las Luces así como de los escritores políticos y religiosos, historiadores, moralistas y críticos de la época moderna: Buenos libros y sana lectura
Las damas de vida acomodada y cuantas podían, habida cuenta de que vivían consagradas al hogar, sin tener que trabajar asalariadas; y de que no tenían entonces de los vicios de los hombres; ni jugaban al azar; dedicaban parte de su tiempo a las buenas lecturas, con lo que nutrían la mente y el espíritu y podían alternar y sostener conversaciones con intelectuales, (Supra 48); conocían los buenos libros en prosa y poesía, y no les eran extraños autores y obras de moda en la vida literaria; en ambientes más sosegados y tranquilos como en el Cantón de Tamboril estaba de moda la Novela Moderna en su inmensa variedad y diverso género y era éste el mayor signo de distinción para una dama Tamborileña.
Hacia mediados de la segunda década, en las columnas de "LA INFORMACION" y "EL DIARIO", un grupo de

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intelectuales polemizaba acerca de Renán y de Rodó; pero el mayor movimiento intelectual a principios del siglo era en torno de las ciencias, pedagogía y didáctica en un mundo donde todos tenían propósitos y aspiraciones de aprender, y se aprendía, con el patrocinio de la escuela, de la economía y de la iglesia. (Supra 122 - fi, o, p, 9).
142.- Durante toda la cuaresma los clubes sociales obedecían los preceptos de la Iglesia No había bailes ni en familias ni en los Clubes.
Las Palmas que se bendecían el Domingo de Ramos las guardaban las familias con cuidado y veneración y muchos las utilizaban como resguardo contra el rayo durante una tempestad.
De los primeros tres días de la Semana Mayor, el Miércoles Santo era el mayormente importante. En los primeros años el canto de la Pasión lo efectuaba un solo Sacerdote, sin la distribución dramatizadora que se usó mas tarde entre el "cronista, Jesús y el pueblo"; pero siempre estuvo el canto en una de las voces mejores del sacerdocio de ese tiempo, y que sabían imprimirle inflexión, acento y tono propio a cada pasaje del drama de la Pasión. Se celebraban estos tres días en la Iglesia del Carmen principalmente. Aunque se cantaba en latín, el pueblo seguía el texto en español.
El Jueves y el Viernes Santos las principales ceremonias correspondían a la Iglesia Mayor. Asistía todo el clero así como las autoridades civiles y militares a cuya cabeza estaba el Gobernador.
La Liturgia tenía lugar en la nave lateral derecha, sobre el Altar del Corazón de Jesús el Jueves y el Viernes, y luego la Procesión iba al monumento. El Gobernador recibía la Llave del Sagrario y las naves se llenaban de entorchadas charreteras militares y autoridades civiles y el pueblo.
Las Bandas de Música de la ciudad tocaban conmovedoras marchas al paso de la Procesión bajo palio por el interior del Templo.
Después del Clero, el Gobernador Civil y Militar efectuaba, en primer lugar, antes que todo el pueblo, la adoración de la Santa Cruz; y penetraban en el Templo una tropa militar con sus tambores, cornetas y armas largas y la Banda Municipal que acompañaban la procesión del Sacramento, al fastuoso

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Monumento y viceversa El Monumento se levantaba sobre al Altar Mayor y los oficios se hacían en la nave lateral sobre el altar permanente del Corazón de Jesús. En las Oraciones Solemnes que se cantaban después de la Vigilia en la mañana del Viernes Santo, no se incluía como ahora petición por los Judíos. Las Misas durante todo el año eran solo de mañana, nunca por la tarde como ahora. Las fiestas de mayor relieve que seguían a la Semana Mayor y concurridas como ésta eran el Mes de Mayo todo entero durante el cual desfilaban por las tardes centenares de niñas con cantos y salutaciones a María, mientras ofrendaban puchas y ramilletes de las más delicadas, bellas y perfumadas flores de los patios y jardines de la ciudad. El hobby principal de las matronas y damas de Santiago era el cultivarlas hasta con propias manos; entonces
no se jugaba "bridge" ni se gastaban reuniones de este tipo; toda casa, todo hogar ya fuera grande o pequeño cultivaba rosas, jazmines, chrisantemos, y muchas otras clases y variedades de flores ahora ya casi substituídas por exóticas floriculturas.
Otras grandes y solemnes fiestas de la Iglesia celebradas entonces con gran brillo y esplendor ahora decaídos o en desuso, eran el Corpus Cristi, las Patronales de La Altagracia, del Carmen y Las Mercedes, y la Fiesta de los Fieles Difuntos con que ya casi terminaba lo más importante del año litúrgico.
Para la iglesia era todo lo mejor. Podría parecer invención o novela; o tal vez ostentación y vanidad. Pero no en sino el sano deseo y la pura intención de ofrecer a Dios las más grandes y bellas cosas, lo mejor y mayormente rico en una Sociedad que poseía verdadero sentido cristiano de la vida.
143.- Grandes Procesiones en honor de Santos y Patronos recorrían de uno a otro extremo y por varias calles, las jurisdicciones Parroquiales, en los primeros años de este siglo:
a) La Altagracia, el Carmen, Las Mercedes, en sus días respectivos; y para la Semana Santa, "Jesús Predicador", "Jesús en la Columna", "El Pacientísimo", "El Nazareno"; todas éstas últimas por las noches;
b) Sus trayectos eran largos y duraban de dos a tres horas sus recorridos, porque los vecinos querían que pasaran los Santos por sus puertas en cada calle;

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c) Doña Bernardina, una señora muy popular en la feligresía; delgada y larga como una palma; de estatura de siete pies; perteneciente al personal de la Iglesia, iba delante de todas las Procesiones de la Parroquia Mayor, recibiendo las solicitudes de "parada" o "descanso" con que se honraba la Imagen y colectando las limosnas consiguientes. Durante el "Descanso" se cantaba una Salve; o parte del Miserere o un Staba Mater, de acuerdo a la ocasión.

d) Otras Procesiones como la del Santo Entierro, Corpus, Octavario y Viernes del Corazón de Jesús eran de modalidades diferentes, en éstas no se colectaban limosnas
144.- La festividad de Corpus Christi en su propio día comenzaba con la Misa solemne antes del amanecer, a la que asistía todo el clero y terminaba con la procesión del Sacramento al comenzar a clarear el día. Había Misas cantadas, Exposición Mayor durante todo el día y Encierro a las 4 de la tarde en el curso de la toda la semana hasta el siguiente Jueves del Octavario y Viernes del Corazón de Jesús en que salían sendas procesiones del Sacramento por las tardes.
Para honrar al Sacramento se levantaban fastuosos y grandes Altares en los frentes de muchas residencias; se alfombraban las calles del trayecto con pétalos de rosas y papel picado de muchos colores; se tendían cordeles y farolitos de papel y se embanderaban los balcones y galerías, con los colores nacionales. Se detenía la Procesión del Sacramento que iba en la custodia y bajo Palio y se Exponía en cada Altar mientras se cantaba el Tantum Ergo, y Oración al Sacramento y continuaba después la Procesión al ritmo de lar Marchas de cornetas y tambores del Ejército o de las Bandas de Música de la ciudad. Sus recorridos solo eran por las calles principales.
145.- La procesión del Santo Entierro tenía otro acostumbrado y señalado carácter diferente. Los habitantes de las Secciones rurales invadían la ciudad desde temprano en la mañana del Viernes Santo. Hombres, mujeres y niños de ambos sexos, de las familias del Campo vestían ese día de ropas nuevas y estrenaban zapatos, sombreros, mantas y pañolones nuevos de madrás y de colores discretos. Como no

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cabían todos en el Templo, los más jóvenes y muchachos de ambos sexos deambulaban por los alrededores de los Parques e Iglesias de la Altagracia y la Mayor. En escenas parecidas a las del Miércoles Santo cuando acudían a las Cenizas, las Fondas y el Mercado Público hacían ventas extraordinarias de comida a base de Bacalao; y expendían grandes cantidades dehabichuelas rojas, cocidas con dulce y aderezadas de muchas maneras, lo que era una costumbre generalizada; y entre el mediodía y la tarde deambulaban hormigueando por los Parques en espera de las procesiones. La de La Altagracia era un corto Santo Entierro que recorría algunas calles de la Parroquia sin salir del Pueblo Arriba cuyo limite era con la calle "San Luis". Pero el Santo Entierro de la Mayor, recorría el pueblo abajo y el pueblo arriba a todo el largo de las calles "Sol" y "Las Rosas". Llevaban unos, las caras tristes, de circunstancia; e iban otros, indiferentes a la significación del drama del Calvario; tumultuarias concurrencias de todas las clases sociales y de las familias rurales, iban detrás del sepulcro; y al decir de los que entonces conocían de las celebraciones de Semana Santa en Caracas, Venezuela, donde la Procesión del Santo Entierro tenía formas semejantes, no eran tantos los apretujones, empellones y protestas verbales consiguientes que se producían en el trayecto de las aglomeradas calles de Santiago. Entre un sordo y confuso ruido marchaba aquella muchedumbre, entremezcladas sus voces, con comentarios que iban desde los superfluo y baladí hasta cosas importantes, de naturaleza diferente. El taco desprendido de un zapato; la dama que pierde su pulsera de oro; la peineta que se suelta y deja caer el moño; o la buena venta en el comercio, al principiar la semana; la infausta nueva del enfermo grave; y toda clase de temas, que se agotan para comenzar con otros nuevos de amigos que no se veían en mucho tiempo; mientras a paso lento, al ritmo de la Marcha Fúnebre, la procesión avanza; a la cabeza de la misma, muy alante iba el Sepulcro de Jesús, rodeado de otra muchedumbre diferente: asociaciones, hermandades y cofradías, mujeres que rezan susurrantes, otras que terminan y recomienzan el recitado de treinta y tres credos que comenzaron en la iglesia, al pie de la Cruz, ante el Cristo Moribundo y continuarán hasta rendir la jornada del Entierro.

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Estas eran las que en la mañana habían oído la Misa de Presantificados; hablan comulgado con la sagrada forma, consagrada el día anterior; asistido con las autoridades del Gobierno y los notables de la comunidad a adorar la Santa Cruz durante y después del Ecce Linum Cricis; y habían pasado las horas del Jueves anterior velando en el Monumento. Aquellos otros eran los que hablan pasado la mañana y horas de canícula después de mediodía, hormigueando por los Parques; los que después del Santo Entierro, habiendo pasado la semana y toda la cuaresma en ayunos y tristes recuerdos de la Pasión, esperaban el venturoso Sábado de Gloria y la Resurrección, para toda fiesta y expresión de sanas alegrías.
En la noche del Viernes Santo, después del Santo Entierro, la ciudad se quedaba desierta, pero a prima noche, de alguna Iglesia salía la Procesión más callada; triste; a obscuras; sin luces; con velas apagadas, de Nuestra Señora de la Soledad, imagen de María Dolorosa en su regreso del Monte Calvario después de la muerte de Jesús, en que sólo iba una cincuentena de mujeres que le seguían en una corta Vuelta por el callejón de La Amargura, aledaño a la Iglesia Mayor.
Iban meditativas y calladas; sin murmurar oraciones. Muchas de ellas habían pasado la mañana y la tarde en completo ayuno, recogidas en el interior de su propia casa; mudas de toda palabra; sin hablar con nadie, durante todo el día; en actitud de penitencia; y salían a ponerle fin asistiendo a la corta procesión.
146.- La Procesión de Finados el 2 de Noviembre de cada año era otra. Salía de la Mayor a las 10 de la mañana en el Día de Difuntos y de la Altagracia el siguiente Lunes, hacia el Cementerio de la calle "30 de Marzo". La muchedumbre marchaba silenciosa detrás de la Cruz y los Ciriales llevando centenares de velas encendidas desde la Iglesia hasta el citado Cementerio; y se diseminaban las gentes por toda el área del Campo Santo para honrar y venerar la memoria de sus muertos junto a sus propias cruces; poniendo flores sobre sus tumbas ya fueran mausoleos o terraplenes; y musitando Oraciones por sus almas. Aguardaban en esta cristiana y piadosa actitud todo el resto de la soleada mañana y aun a poco después de medio día, hasta que se acercara alguno de


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los curas de la Parroquia que en su peregrinación a los lugares rociaban las tumbas al decir el Padre Nuestro en el curso de un Responso.
Había quienes lo querían cantado y otros que lo querían rezado, sobre todo cuando eran varios y Sucesivos por las almas del Padre, de la Madre del Hermano, del hijo u otro deudo aún de muy antaño fallecido.
Era Día de Difuntos y no importaba cuantos años hacía que algún deudo hubiere fallecido. Héroes y mártires de la Independencia y de la Restauración; Generales, Capitanes y soldados de las guerras civiles, labriegos, comerciantes, educadores y simples familiares difuntos eran recordados y venerados en el Día de la Conmemoración de los fieles difuntos.
Ya antes, en la nave central de la Iglesia y junto a un altísimo Túmulo entre las horas de las 8 y las 10 de la mañana se habían celebrado las grandes exequias con largas Vigilias concurridas por todo el Clero y muchas Misas se habían celebrado desde el despuntar del alba. Se repetiría la liturgia durante los nueve días subsiguientes con Novenario de ánimas, Rosario y Sermón cada noche, sobre el tema de La Muerte, de la Resurrección y vida eterna!. Temas que, con aquellos sobre el carácter horrendo del pecado y de materia diversa sobre Moral, Teología y vida cristiana en general, abundantes en consideraciones filosóficas se predicaban también durante toda la Cuaresma entre el Miércoles de Ceniza y la Pascua de Resurrección. (Supra 141) Estos Sermones cuaresmales eran anunciados a la hora después del mediodía los Lunes y Viernes por un toque de campana a razón de un golpe y una pausa y se efectuaban a prima noche
con selectas concurrencias sobretodo cuando la palabra de algún erudito Sacerdote era anunciada. A las ocasiones, no había ninguna otra cosa qué hacer o donde ir en el curso de la noche en tiempos de cuaresma o del Novenario de Animas.
Porque aún en los demás días del año la vida era sobria y Moderada. Todo tenía su tiempo y hora. No eran vanas aquellas palabras de la Escritura "Todo tiene su tiempo y su momento cada cosa bajo el sol": "Su hora el nacer y su hora el morir".... "su hora el llorar y su hora el reír. .," "su hora el callar y su hora el hablar". Eclesiástico 3.1.2.4.7.


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EL CULTO Y LA LITURGIA

147.- Los Concilios, casi desde el origen de la Iglesia han regulado la vida de ésta y efectuado muchos cambios. Tal vez los más sensibles en toda la vida moderna han sido los realizados por el Concilio Vaticano II. Desde mediados de la década del sesenta, gradualmente ha venido operando modificaciones que contemplan desde supresión de Altares, y Fiestas de Santos hasta el acto principal de la Liturgia que es la Misa.
a) Prácticamente el Altar Mayor ahora con su Mesa despegada, parece acercase más y mejor a aquella de la Santa Cena en que Jesús instituyó la Eucaristía. Las elevadas y a veces hermosas y artísticas estructuras con diversidad de estilos arquitectónicos, con sus tronos, Santos Patronos y símbolos de históricas y místicas significaciones, han quedado como telón de fondo, con tendencia a desaparecer de manera gradual, como para que no se manifiesten muy
sensibles;
b) De las naves laterales se van gradualmente retirando los demás Altares y se suprimen muchas fiestas de los Santos y sus Procesiones (Supra 142).
c) Las Misas no están ahora restringidas a celebrarse solo en horas de la mañana: se celebran todo el año: mañana, tarde y noche. El Oficiante ya no es solo el Sacerdote sino el pueblo mismo, la comunidad de fieles; no se usa el latín sino la propia lengua vernácula; el clero durante el Santo Oficio y en toda liturgia actúa de cara al pueblo, en contraste con un pasado de siglos en que oficiaba de cara al Altar;
d) Las Misas, a la ocasión, se cantan ahora sólo en parte; no toda entera; en la Parroquial de los Domingos no se asperja al pueblo; los Sacerdotes antes de subir las gradas del Altar salían de la Sacristía procesionalmente, precedidos de la Cruz y los Ciriales y humeantes los incensarios en manos de los clérigos; recitaban el Salmo "Judica me" con el "Introibo ad Altare Dei" y el "Confitebor" que a seguidas repetía el pueblo y seguía la absolución; en tanto que se cantaba en el Coro la Antífona del "Introito" propia de cada Misa y se seguía cantando Kyries (nueve veces) mientras se incensaba el altar y luego el Gloria, que se pasaba sentado. De las


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(foto)

Había personal adiestrado en el arte de la decoración de túmulos funerarios para Misas de Difuntos. Este es uno de los más modestos como levantado en memoria de un sacerdote. el Padre Arturo Asensio Ruiz falleció en 1908. -Pero los había con más grandes atavíos y mayores proporciones y de gran altura. Catafalcos que se levantaban en medio de la nave central, a base de hasta 6 y 7 mesas superpuestas y revestidas de paños fúnebres, entorchados; y que escalonadas de mayor a menor subían casi hasta los arcos de la bóveda del techo.

Remataban generalmente en un gran copón, en un cáliz u otros símbolos de la eucaristía y de la redención. Las familias enviaban coronas y flores de sus propios patios y jardines, en veintena de floreros marcados con sus nombres, que luego el Sacristán los delvovía. Lazos de largas y anchas cintas de raso y seda, coberturas de fondos negros, con cruces de Malta en color blanco revestían las columnas del templo; y decenas de cirios encendidos completaban la decoración. Junto al Túmulo o catafalco se cantaban largas vigilias de funerales, que comenzaban con el régem cui omnia vivunt cantado a varias voces de sacerdotes y cleriguillos y sus respuestas en el coro, con elevada solemnidad. (Foto facilitada por el Archivo Histórico de Santiago).

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Lecturas solo había La Epístola y El Evangelio y no había ninguna del Antiguo Testamento, del que solo de extraían los breves pasajes de las Antífonas; aunque todo era en Latín el pueblo entendía bien todos los textos, porque los seguía en el Misal Latino-Español y en otras lenguas diferentes, que estaban en posesión de todo el mundo; de esta forma, ciertas palabras, gestos, y oraciones que constituían la primera parte de la Misa (Catecúmenos), han sufrido importantes
supresiones o variaciones. Los Concilios han tendido a conservar como lo más importante de la Misa las palabras y gestos, Oración del Padre Nuestro que proceden de Jesús; y a suprimir o modificar aquellos otro que se le han agregado después.

148.- Los cambios han afectado algo más que lo no meramente substancial para la vida interior de la Iglesia. Los cinco cantos comunes Kyries, Gloria, Credo, Sanctus y Benedictus que para entonces este último lo cantábamos separado, después de la Elevación, y el Agnus Dei, inspiraron durante Siglos y Siglos a los más grandes compositores y maestros de la época clásica, a escribir verdaderos monumentos como eran entre otras las grandes Misas des Scarlatti, Bach, Handel, Mozart y Beethoven. La música religiosa, extraordinariamente elocuente de estos grandes maestros contribuyó bastante al mayor auge y grandeza de la Iglesia en sus manifestaciones de vida exterior tan necesaria y como complemento de la propia vida interior; y a mantenerla en su trayectoria de triunfos durante dos mil años. La "Misa en mi menor" las Pasiones y las Cantatas de Juan Sebastián Bach; como los Oratorios de Handel, "El Mesías, "Israel","Judas Macabeo", la Misa en Re de Ludwing van Beethoven, aunque bastante profana para no ser bien aceptada por las disciplinas de la Iglesia; el Requiem de Mozart; y tantas otras obras gigantescas de música religiosa que durante siglos sirvieron de modelo a los compositores y maestros de épocas subsiguientes, no cuentan ya para el brillo y auge de la Iglesia.
El uso de la lengua vernácula en substitución del Latín, lengua muerta como hablada por el mundo pero llena de dignidad, utilidad y grandeza, en las expresiones académicas en locuciones cortas, en recetas y consultas médicas a principios de este Siglo; en aforismos y "brocards" de las

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doctrinas elaboradas por la ciencia del Derecho; y en fin, expresión del mayor ingrediente en la exposición de la sabiduría de los antiguos Padres de Iglesia y que ha sido factor importante de la perdurabilidad durante siglos de las formas litúrgicas, hacen falta de manera cardinal a nuestro juicio en la expresión de fe.

149.- Y con el uso de la música folklórica, son de advertirse fundamentales diferencias entre los ritmos de la mayor parte del folklor europeo con sus acentos de música cercano a lo religioso y nuestra música en gran parte de farandulería en toda la América Hispana, menos apropiada que aquella para la expresión de la Fe.
De mucha elevación y dignidad era por ejemplo, a principios de este Siglo la Música con que cantábamos el TANTUM ERGO al Sacramento; aquella del aire nacional de la entonces muy católica y segunda extensión de Europa, el Austria-Hungria; mientras al momento de la bendición la música del Coro entonaba el aire nacional de la España Monárquica.

Durante el Adviento y la cuaresma contribuían en mucho a sensibilizar los espíritus y las almas en medio de las evocadoras tristezas de ambos tiempos penitenciales para la iglesia, y como estímulo necesario para el acercamiento del corazón humano al mismo Dios, junto a los colores morados de los ornamentos y la moderada y sobria presentación de los Altares, el Canto Gregoriano o canto llano con que se entonaba la misa entera. Lengua de la oración y de la oración en común, monódico, sin acompañamiento instrumental, el canto llano por encima del cual no había más que la palabra desnuda, consistente casi todo en el alargamiento de una vocal sobre una misma sílaba, como lo enseñaba nuestro Párroco el Dr. Román, así como las
cantilenas generalmente sentimentales del Gradual y la Aleluya, todo era manifestación elevada de la Fe.
Por lo demás, la Iglesia Católica como depositaria en todo tiempo de la música sacra de grandes Maestros, en el transcurso de muchos Siglos había hecho de la Liturgia verdaderas formas musicales, como otras tantas existentes en la vida profana. Para el Organista de la Parroquia Mayor don José Ovidio García Vila en sus comentarios con los demás

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integrantes de la música del Coro como lo eran los Maestros Lora, Agustín, Marcos de Luna, Luis Cristian, Gumersindo Rodríguez, y otros, decía con frecuencia que la Misa, Los Salmos, la Antífona, la Cantata etcétera habían llegado a ser verdaderas formas musicales como tantas otras de la vida seglar o laica, la Sonata, la Sinfonía, la Opera, enriquecedoras del acervo cultural y artístico de la humanidad. En cuanto a la parte instrumental y las voces del Coro, no fue sino más tarde, en décadas posteriores cuando se compusieron determinadas Misas y se prepararon Coros en que figuraban instrumentos y voces, que aunque muy bonitas, carecían sin embargo de profunda unción. Exceso de cuerdas, metales e instrumentos de percusión y voces de colocatura, más bien para veladas bíblicas que era para el uso de la liturgia; y ello parece haber allanado
más fácilmente el camino hacia lo que modernamente ha llegado a concebirse en términos de "misa criolla".
En la segunda parte o Misa propiamente dicha que comienza después, los más notorios cambios se advierten por la practica en algunas Iglesias de la conducción procesional del pan y el vino por parte de los fieles hacia el Altar, y la omisión en algunas otras de la incensación del pueblo, por lo menos en la Misa Parroquial de cada Domingo. En algunas Iglesias también se advierte que se reza el Prefacio aunque se canta el Sanctus, no como en antes que si rezado era todo rezado o si cantado lo eran ambas partes. La introducción del abrazo con que se materializa el "Osculo de Paz" es una de las más importantes innovaciones' en la Misa moderna. La liturgia toda parece enderezada primordialmente a la Eucaristía.



SECCION IV

LA VIDA POLITICA

150.- La vida política de principios de este siglo no pertenece propiamente al objeto de este libro, que simplemente relata mis personales recuerdos de la infancia y juventud, edades en las cuales obviamente me faltaba la necesaria aptitud para entenderla. Fuera, pues de lo intrínseco o esencial que pertenece a la Historia, solo puedo evocar la realidad objetiva de algunas situaciones, derivadas de tres o cuatro años de guerra civil intermitente, que ese sucedieron entre 1902 y 1906.

Pero nada podría decir fuera de los hechos y contingencias mayormente impresionantes de ese tiempo. Recuerdo,  por ejemplo, el fragor de las peleas a tiros de fusilería y de cañón, disparados en las propias puertas de nuestra casa, por ambos lados o dos frentes, (calles "Las Rosas" y "Amargura"), entre soldados y guerrilleros de la Fortaleza y las fuerzas contrarias , parapetadas en los campanarios y azoteas de la Iglesia Mayor; en el Palacio de la Gobernación; el Ayuntamiento e Iglesia del Carmen; durante las tardes de un 12 de Enero y un 14 de Febrero. Nuestras casas llenas de humo de pólvora y estremecidas por el cañón; y por encima el silbido de las balas; y de cuando en vez un plomo que atravesaba el zinc y el plafón del techo y caía frío dentro de alguna habitación. Las palabras gruesas e insultantes de los hombres de uno y otro bando, que peleaban a pocas yardas de distancia. En nuestra casa había siempre alguien asilado,
ya fuera un "bolo" bajo una situación "rabua" o viceversa un "rojo" bajo una situación "azul". Teníamos la suerte o el privilegio de que los contrarios del asilado lo sabían, pero como muestra de consideración y de respeto, jamás nos molestaron, ni aún la feroz y negra noche en que desde el atardecer, cuando recogieron del lado de la calle "La Amargura" el cadáver del Gral. Antonio Bordas, la airada tropa acusaba a los vecinos y tocaban amenazantes a las puertas de algunos de filiación "bola", tal vez un poco activa, condición diferente a la de nosotros simples simpatizadores y no militantes.

Se contaba acerca de la feroz batalla de ese día, que las fuerzas atacantes procedentes de Montecristi eran más de tres veces superiores a las que tenía el Gobierno en la guarnición y defensa de la Plaza; por lo que, tanto por su arrojo, número y valor, obligaron a éstas a replegarse y concentrarse en la Fortaleza "San Luis", con la excepción de una tropa que comandaba el General Santos García en el extremo Norte de la ciudad e inmediaciones del Cementerio
y Estación del Ferrocarril; que a media mañana, cuando en el recinto de la

Santiago a principios de Siglo 267

Fortaleza comenzó la preocupación por la suerte de este General y se tomaban providencias para ordenar su concentración, se presentó como emisario suyo el Capitán Julio Bonnelly, para pedir en su nombre que le enviaran refuerzos, porque según decía el General García, "había perdido en las calles pero le quedaba pelear desde los patios". Fue entonces, -según también se decía-, cuando el poeta Fabio Fiallo que además de una prestigiosa figura intelectual era un valiente hombre de armas, tomó la decisión de empuñar el sable y salir del recinto a comandar una tropa escogida por el y de avanzar a fuego cerrado con treintisiete (37) hombres por las calles "San Luis" y "Sol" para recuperar el sector del  Parque Duarte y sus edificios de Gobernación, Ayuntamiento e Iglesia del Carmen, mientras otros Generales le seguían por distintas calles (La Barranca, La Amargura y Las Rosas). De los 37 hombres que comandaba Fiallo, agitando el sable y gritando a sus hombres avanzar por el claro! ... por en medio de la calle ...como también iba el, cayeron veintitrés (23) así que solo le quedaron catorce (14).

Al siguiente día de la gran batalla derrotada la revolución; menguadas las tropas del Gobierno; atestadas de heridos las salas de los Hospitales de Emergencia (o de Sangre como entonces se decía); tras el luto y la desolación que costaba la victoria, iban unos tras otros destilando los entierros de grandes Generales como Antonio Bordas y el Comandante Rosendo Negrete y otros bravos Capitanes; mientras entre los concurrentes a esos actos, en las calles, en las Plazas y los
Clubes de la ciudad, crecía el comentario general acerca del arrojo y valentía del General y Poeta Fabio Fiallo, nacido en Santo Domingo en 1866. Tenía entonces 38 años. Escribía versos desde la temprana edad de 12 y al llegar a los 20 era ya poeta y prosista de renombre y fama nacional. Había dirigido el Semanario "EL HOGAR" (1894-95); "La Bandera Libre" (1899); y colaborado en los principales diarios y Revistas literarias del país. Más tarde su variada y abundante producción le hizo conocer en el extranjero. Publicó "Canción de la Vida", "Cuentos Frágiles" y otros buenos libros. Fue amigo de Ruben Darío -figura máxima de la lírica contemporánea que influyó sobremanera en su refinado gusto literario-, y se le considera como el poeta dominicano más conocido en el extranjero con la valentía de su espada en la guerra civil, contrasta su espíritu delicado en estos versos:

"Por la verde alameda, silenciosos,
ibamos ella y yo:
la luna tras los montes ascendía
y en la fronda cantaba un ruiseñor

y la dije...No sé lo que la dijo
mi temblorosa voz....

En el éter detúvose la luna,
interrumpió su canto el ruiseñor,
y la amada gentil, turbada y muda,
al cielo interrogó.

¿Sabéis de esas preguntas misteriosas
que una respuesta son?...
Guarda ¡oh luna! el secreto de mi alma;
cállalo, ruiseñor!"

Otras veces, la escena era algo diferente y la fusilería y los cañones tenian por objetivos el cerro de El Castillo; o se peleaba fuertemente por los lados del Cementerio, o de La Otra Banda, (barrancas del Yaque) o las afueras, o más lejos de la ciudad. Y entonces con las cornetas tocando a punto de guerrilla después de las peleas entraban las tropas en largas e interminables filas de uno en fondo. Presenciábamos el desfile. Si venían victoriosas y también contentas nos saludaban algunos con ramas verdes; o si derrotadas, fingiéndose victoriosas en algo y por algo se les descubría la tristeza interior. Si las peleas eran en apartados lugares de Santiago, los Generales hacían publicar en EL DIARIO mentirosas informaciones de las que resultaban siempre numerosas bajas del enemigo y ningunas de su propio bando.
Al "descomponerse" una situación las cárceles de la Fortaleza y de la Gobernación se llenaban de presos. Si la situación era grave, los engrillaban y esposaban y los enviaban por el ferrocarril a Puerto Plata para embarcarlos para la Capital. En la Primavera de 1903 se abusó tanto de esto que no se tuvo en cuenta ni se previó la peligrosa situación que estalló el 23 de Marzo en la Capital donde la enorme cantidad de Generales presos dió el más certero golpe que derribó al pronunciamiento de una Plaza (Puerto Plata, Montecristi, San Francisco de Macorís). En seguida la Gobernación se llenaba corceles, sus sables terciados, con sombreros de panamá, polainas, revólver y algunos con entorchados y charreteras.
Pero algo subjetivo aflora también como material para esta Página, y deducido de la enseñanza de la Historia:
Durante la primera década, hay tres períodos: el de la transición que se opera con la muerte del Presidente Heureaux, semejante a un claro amanecer tras una noche ofrecen en seguida, los refulgentes rayos del Sol de la Libertad, iluminando la conciencia ciudadana; y el de la marcha confiada, hacia las definitivas metas de progreso y paz para la Nación, lamentablemente interrumpida al cabo por la inmadurez del tiempo y de muchas de las mentalidades nuevas, que aparecieron en el escenario político de la República, tanto como por el lastre de los errores económicos-financieros de pasadas Administraciones Públicas.
No podría negarse que la guerra civil tuviera entonces sus necesarias incidencias en la marcha de la actividad creadora y la prosperidad general pero, ciertamente no fue obice para que la Agropecuaria y el Comercio fuentes principales de la economía y el bienestar común, siguieran adelante. Frente a toda contingencia, el elevado espíritu que ha animado en todo tiempo al elemento santiagués pudo mantener el ritmo del trabajo; fuente principalísima de la economía y progreso de la región.
Puede afirmarse que SANTIAGO principios del Siglo era feliz, desde donde le sale el Sol hasta el ocaso!
 

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